DE EDUARDO OLANO
TERCERA edad es un término amable para no llamar a las cosas por su nombre. Aunque Vd. los vea en el Paseo, en el Posío o en la Alameda tomando el sol, no hay viejos, ni ancianos, ni vejestorios, hay tercera edad. Y todos tan contentos. Pero lo malo es que la tercera es, si no lo remediamos, la tercera y última edad. Es el colectivo de los que sirven para poco, al que se anima diciendo que su experiencia es un tesoro y que sus consejos serán tenidos muy en cuenta. Pero de momento los mandamos de excursión. Los consejos a la vuelta.
Para que los de la tercera edad no carezcan de horizonte y renazca su esperanza inventemos la cuarta edad y vendamos el invento a los políticos. En cuanto estos se percaten de cuanta gente aplaudirá al saber que la tercera edad es superable, en cuanto perciban el nulo costo de la operación y en cuanto se crean que van a acaparar todos esos votos, la cuarta edad será una realidad. Y los autores del invento, desde la sombra y sin cobrar patente, sonreirán para sus adentros.
Para que los de la tercera edad no carezcan de horizonte y renazca su esperanza inventemos la cuarta edad y vendamos el invento a los políticos. En cuanto estos se percaten de cuanta gente aplaudirá al saber que la tercera edad es superable, en cuanto perciban el nulo costo de la operación y en cuanto se crean que van a acaparar todos esos votos, la cuarta edad será una realidad. Y los autores del invento, desde la sombra y sin cobrar patente, sonreirán para sus adentros.
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